
«Bailar ante la Virgen fue inolvidable»
Olatz Eguíluz | Neska txiki ·
La primera niña en acompañar al Celedón infantil recuerda «todo el día perfectamente». Y han pasado 18 añosSecciones
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Olatz Eguíluz | Neska txiki ·
La primera niña en acompañar al Celedón infantil recuerda «todo el día perfectamente». Y han pasado 18 añosHan pasado 18 años desde que el nombre de Olatz Eguíluz, probablemente sin que ella fuera consciente, entró a formar parte de la historia de las fiestas de La Blanca. Hacía casi dos décadas que cada 7 de agosto, Celedón se reencarnaba en un niño y se convertía en el rey del día cuando ella tuvo la suerte de ser elegida la primera neska txiki. Desde entonces los 'peques' tienen dos representantes. La comisión de blusas buscaba a una niña que debía cumplir tres requisitos, «saber bailar, euskera y que tenga un poco de morro», recuerda Andoni, el padre de la protagonista. Para relatar aquella jornada, Olatz no necesita los recuerdos de su aita. Ella asegura que no lo olvida. «Fue un día intenso», admite, pero no cambiaría nada. O quizá sí, tener algún momento de asueto «porque no nos dejaban tiempo ni para hacer pis», comenta con una amplia sonrisa. Y eso que la jornada fue larga: «Me levanté súper pronto y acabé a las tres de la mañana en las barracas».
Olatz descubrió aquel día lo insistentes que pueden ser los periodistas. «Nos hicieron un montón de entrevistas. Y como había una niña por primera vez, estuvieron TVE, Antena 3, Telecinco...». Su desparpajo les facilitó el trabajo a aquellos redactores, sin ninguna duda. Esa parte no la puso nerviosa. Con diez añitos, la afrontó con naturalidad. Ni siquiera se inquietó por tener que leer unas frases ante una plaza de España a rebosar. «Nos dieron el discurso un poco antes para leerlo. También podíamos decir algo más si queríamos».
Olatz ha vivido las fiestas «desde siempre. Desde que mi ama me llevaba en la tripa, que era de Karraxi». Y se tomó el día «como un juego, para disfrutar», asegura. Algo que no podrá hacer este año y que le apena más si cabe porque «iba a salir una cuadrilla nueva que hemos fundado unos cuantos jóvenes, Akelarre, y tendremos que esperar al año que viene», explica con cierta decepción. «También he tenido que posponer mi boda», añade con tristeza porque «iba a ser un año muy especial» que se ha llenado de aplazamientos.
Aunque rápido recupera la sonrisa al recordar aquel 7 de agosto de 2002, del que no duda a la hora de elegir los momentos más importantes para ella. «Bailar ante la Virgen fue muy especial, hacerlo delante de parte de mi familia, como mi abuela que ya no está... pero todo salió bien». Ahí, admite, «sí estaba un poco nerviosa». Un cosquilleo en el estómago que no notó en el otro instante más destacado para ella: «Saludar desde el balcón del Ayuntamiento ante una plaza que estaba llena de gente».
Olatz, que recuerda «como si fuera ayer» cuando su padre le comentó si quería ser la primera neska txiki y le advirtió de que no podía decir nada, también disfrutó en el paseíllo. No en vano, uno de sus actos favoritos de las fiestas «son los paseíllos. Aunque yo no he ido nunca a los toros». Además, «como la fiesta no está reñida con la solidaridad», añade otro momento especial para ella en La Blanca, «el pintxo pote solidario». Este 2020 no habrá. Como quedará en blanco el hueco del listado de neskas que han ido sucediendo a Olatz, protagonista de «un día inolvidable».
«Disfrutaré con mi gente». «Este año no he cogido días en el trabajo. Sí me vestiré de neska y disfrutaré con mi gente, con alguna comida, pero respetando las normas».
La Blanca 2002
Cuatro minutos y medio de suplicio hacia la balconada de San Miguel, tiempo récord en aquel momento, fueron suficientes para que Celedón lo pasara «muy mal», en la segunda encarnación del personaje por parte de Gorka Ortiz de Urbina. Llegó arriba sin txapela y con el paraguas roto. Como acabó también el que portaba tres días después Jon San Pedro, Celedón txiki, que, acompañado por la primera neska disfrutó de lo lindo. Y ella, Olatz Eguíluz, más si cabe. Fue la primera Edurne, como se denomina ahora a la pequeña.
Ella no encarnó la única novedad de La Blanca 2002. La procesión de los Faroles modificó el recorrido y sus cofrades unificaron el pañuelo rojo con la patrona bordada en una noche con más novedades: hubo quema de fuegos artificiales el mismo día 4.
Han pasado 18 años, pero tampoco habrán olvidado su primera vez los doce británicos que 'debutaron' en el Chupinazo. Igual también disfrutaron del 'Booster', la atracción de Mendizabala que llegaba con la promesa de igualar los «artilugios de pruebas de la NASA». Nada menos.
Para gozar no hacía falta tanto 'riesgo'. Hasta con Juan Pardo vibró una abarrotada plaza de los Fueros, que igual coreó 'Con un sorbito de champán' que 'Caballo de batalla'. Otros prefirieron acudir a la cita con Rosario o Alaska, que llegaba ese 2002 con Fangoria. Parece que en algunas cuestiones no pasa el tiempo.
Como en el protagonismo de Enrique Ponce, una de las figuras del cartel taurino. En 2002, la lluvia obligó a suspender la última de feria, en la que hubieran toreado Padilla, Luis Miguel Encabo y Fernando Robleño. La vieja plaza no tenía cubierta. Años como para festejarlo cumplían las cuadrillas Galtzagorri, Okerrak, Txirrita y Txolintxo. Y mientras alcanzaban sus bodas de plata, Piztiak -integrada solo por chicas- ponía alegría en las calles por segunda vez. Y 40 velas soplaban los 'Celedones de oro', celebrándolo con la primera jornada de hermandad.
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